La nevera roja era un electrodoméstico icónico en nuestra casa. Era grande y llamativa, con un color rojo brillante que resaltaba en la cocina. Era el lugar donde guardábamos nuestros alimentos y bebidas, y siempre nos asegurábamos de tenerla llena.
Un día, sin embargo, nos dimos cuenta de que algo extraño estaba pasando. La nevera ya no enfriaba como antes y empezó a hacer ruidos extraños. Intentamos solucionarlo, pero no hubo manera. Llamamos a un técnico y nos informó que la nevera había dejado de funcionar por completo.
La noticia nos dejó sorprendidos y tristes. Nos encariñamos con esa nevera roja, era como un miembro más de la familia. Pensamos que tal vez podría ser reparada, pero el técnico nos dijo que el daño era irreversible.
Así que tuvimos que deshacernos de la nevera roja. La llevamos al vertedero de basura electrónica, donde fue desmantelada y reciclada. Fue triste verla desaparecer, pero al menos sabíamos que estábamos haciendo lo correcto al reciclarla.
Ahora, tenemos una nueva nevera en casa. Es moderna y eficiente, pero todavía no ha logrado llenar el vacío que dejó la nevera roja. Aunque ya no la tengamos físicamente, siempre recordaremos los momentos que pasamos con ella, desde las fiestas en las que sacábamos bebidas frías hasta las deliciosas comidas que preparábamos con los alimentos que guardábamos en su interior.
En resumen, la nevera roja dejó de funcionar y tuvimos que deshacernos de ella. Aunque ya no esté, siempre será parte de nuestra historia familiar.